La imagen muestra a un joven aviador. Con una mano se cubre el oído derecho y con la otra sostiene un teléfono mientras escucha, atento, las órdenes que llegan a través del aparato de comunicación instalado por las milicias populares en Sariñena, Huesca. A su lado, dos hombres lo observan en silencio. Es verano de 1936, apenas un mes después del estallido de la Guerra Civil española. No hay fuego, ni gritos, ni movimiento. Solo ese instante suspendido en el tiempo, como si la guerra se hubiese detenido un segundo para dejarse contemplar. La fotografía fue publicada en La Vanguardia , el 13 de agosto de aquel año. Detrás del lente estaba Joan Andreu Puig Farran (Lleida, 1904), uno de los fotoperiodistas más prolíficos de su época. Hoy, tanto la copia original de la imagen como la página del diario donde se imprimió hace 89 años cuelgan de las paredes del KBr, el centro de fotografía de la Fundación Mapfre en Barcelona, dentro de la exposición Joan Andreu Puig Farran: la década convulsa (1929–1939) , que recorre algunos de los momentos más significativos de una de las décadas más turbulentas de la historia reciente, comisariada por Arnau Gonzàlez i Vilalta y Antoni Monné Campañà.
“Es la primera exposición que se hace de la obra de este fotógrafo que necesitaba ser reivindicado, fue uno de los más importantes de los años 30 y marcó un punto de inflexión en el fotoperiodismo en España”, explica Monné Campañà. ¿Por qué no se le había dedicado antes ninguna exposición? “Ciertamente porque su archivo personal y familiar era limitado. Complementándolo con los archivos de La Vanguardia , hemos podido tejer un relato más profundo”, comenta Gonzàlez i Vilalta. “Nos dimos cuenta de que existía un tesoro gráfico que a día de hoy no había sido lo suficientemente valorado”.
“Nos dimos cuenta que existía un tesoro gráfico que no había sido lo suficientemente valorado”
La exhibición, sin seguir un orden cronológico, abarca desde la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 hasta el final de la Guerra Civil española en 1939, y evidencia los fuertes contrastes sociales y políticos de la ciudad, donde una burguesía industrial convive con sectores desfavorecidos y las fronteras entre política, sociedad e ideología se difuminan. Puig Farran documenta esa complejidad con escenas de mítines, manifestaciones, deportes y momentos clave de la historia: la proclamación del Estado Catalán en 1934, el accidente de un prototipo de helicóptero en la plaza de Catalunya en 1935, o tres caballos abatidos durante un tiroteo en ese mismo lugar, un año después.

Fotografía tomada por Puig Farran de una enfermera leyendo La Vanguardia entre dos soldados heridos en el que fuera iglesia y convento de Pompeya, en la Diagonal, convertido en hospital improvisado durante la guerra civil
“Hay contrastes que hemos querido mostrar —explica Gonzàlez i Vilalta—, como por ejemplo los mutilados de guerra y, a pocos kilómetros de distancia, la gente tomando el sol en las playas de la Barceloneta. Algunos de ellos han combatido para frenar el golpe de Estado, han estado en el frente de Aragón, pero la vida en la ciudad continúa”.
La cámara de Puig Ferran, que también se exhibe en el KBr, captó el solemne traslado del féretro del presidente sc Macià en 1933; la llegada de la selección alemana de fútbol antes de enfrentarse a España en el estadio de Montjuïc en 1934; y la épica expedición a Mallorca en 1936.

L’exposició ‘Joan Andreu Puig Farran: La dècada convulsa (1929-1939)’ al KBr de la Fundació Mapfre
La Guerra Civil y su compromiso con la causa republicana pusieron fin a su carrera. Tras su exilio en Francia, regresó a España en 1940, donde fue encarcelado y condenado a muerte bajo la dictadura franquista, quedando para siempre apartado del fotoperiodismo. Tras la muerte de Franco en 1975, la Associació de la Premsa de Barcelona emprendió su rehabilitación profesional y el 23 de febrero de 1982, su amigo y compañero Agustí Centelles acudió a su domicilio para entregarle nuevamente su carnet, pero Puig Farran nunca pudo recibirlo. Había fallecido pocas horas antes.
Esta muestra, abierta hasta el 31 de agosto, reconstruye la memoria de una época marcada por la modernidad, la esperanza y la tragedia, capturada bajo el ojo de Joan Andreu Puig Farran.