Tiempo de oficinas. Momento para que las negociaciones echen humo con el compro, cambio, vendo. En esas está el Barça siempre pendiente de su masa salarial, de hacer espacio para nuevos jugadores y poder inscribirlos aunque sea al límite. Lejos de ser una novedad es ya un clásico para los directores deportivos del Barça, ahora Deco, el hacer juegos malabares. Por eso es muy importante dejar salir antes de entrar. El próximo en entrar será, como es sabido, el portero del Espanyol Joan Garcia. Sus abogados acudieron ayer a la Ciutat Esportiva del Barça para terminar de pulir la documentación del nuevo contrato del guardameta antes de abonar de manera inminente su cláusula de rescisión, montante que se eleva a los 25 millones.
Una vez ocurra esto será cuando el Barcelona, quizás hoy, anuncie la incorporación del portero para las próximas cinco temporadas.
Antes que este desembarco se oficialice el club ha generado espacio económico. Lo ha hecho con la venta del lateral Álex Valle al Como por 6 millones, el ingreso de 8 millones por el pase del central Jean-Clair Todibo al West Ham y la rescisión del contrato de Clément Lenglet. Con esta última operación el Barcelona gana 0 euros porque el Atlético de Madrid se lo lleva gratis pero se ahorra un salario de las dos próximas temporadas cuyo coste era de 32 millones brutos.
Para seguir haciendo caja el Barcelona estaría más que dispuesto a desprenderse de su capitán, Marc-André Ter Stegen. Apuesta el Barça por Joan Garcia (24 años) y el alemán tiene un salario muy alto, circunstancia que es una rémora tanto para el club como para que su salida resulte sencilla.
El club ha entrado en caja 6 millones por Valle y 8 por Todibo y se ha ahorrado la ficha elevada de Lenglet
Pocos clubs en el mundo, por no decir ninguno, le podrían pagar a un portero de 33 años un sueldo tan elevado como el que percibe en el Barcelona. A favor de los intereses blaugrana, que el próximo verano se disputa el Mundial y si Ter Stegen quiere ser titular con Alemania necesita tener a sus espaldas ritmo de competición, y más después de haber estado casi toda esta última temporada parado por lesión.
En todo caso, volverá de sus vacaciones dispuesto a seguir en la lucha por la titularidad en el Barcelona, o al menos eso afirmó la pasada semana desde la concentración de la selección alemana. Orgulloso, Ter Stegen no está nada contento por cómo se está gestionando la situación de la portería y tiene pendiente una reunión con el entrenador, Hansi Flick, y la dirección deportiva.
Entiende, que como ocurrió en el pasado con Frenkie de Jong, se ha generado un caldo de cultivo en su contra para empujarle a la salida del club. Teniendo en cuenta su larga trayectoria en el Barcelona, adonde llegó en el 2014, piensa que se debería haber tenido más tacto. Cree que sus 438 partidos defendiendo la meta blaugrana merecen un respeto mayor. Se siente utilizado y señalado desde dentro de la entidad.
Por contra, la presión que ejerció Ter Stegen en la recta final de su recuperación, cuando declaraba día sí, día también, que estaba preparado para volver a jugar fue una postura que dentro del club y del vestuario no fueron plato de buen gusto y más tratándose del portador del brazalete. No es habitual que un futbolista que aún no tiene el alta conceda tantas entrevistas como las que dio Ter Stegen en medios alemanes.
El Barça negocia con la UEFA pagar una multa inferior por las palancas
Mientras todo esto se cuece, el fair play y posibles sanciones económicas son un quebradero de cabeza para el Barcelona. En las últimas semanas el presidente Joan Laporta ha estado moviendo hilos con su homólogo de la UEFA, Aleksander Ceferin, para intentar que el organismo rector del fútbol europeo no castigue con dureza al club por las palancas. En el primer expediente de la UEFA la propuesta de sanción se fijó en unos 60 millones, pero el Barça va camino de conseguir que la multa se quede en 15, con el compromiso de cumplir con las normas del fair play de la UEFA y de LaLiga. En caso de nuevo incumplimiento la sanción sí sería de 60 millones.