“Aquí no estamos para servirnos, sino para servir”

Tengo 65 años. Nací en Lleida y vivo entre Lleida y La Ràpita. Estoy felizmente casado y tengo dos hijas y dos nietos. He ejercido siempre como médico rural. Soy del partido de las buenas personas; con más amor y menos egoísmo, el mundo florecería. He pasado de cristiano cultural a la convicción de que la muerte no es el final. (Foto: Xavier Cervera)

José Morales,médico de familia

¿Es usted un médico clásico o un médico new age?

Un médico de la vieja escuela. Cuando estás en un pueblo las relaciones humanas van a otra escala, eres médico de todo el pueblo y durante muchos años.

¿No era usted creyente?

No, y era poco dado a dedicar tiempo a temas espirituales, pero hace tres años tuve una
experiencia cercana a la muerte (ECM) y mi visión de la muerte y de la vida cambió.

El miedo a la muerte es el miedo supremo.

Hay que hablar de la muerte, porque a lo que esperas de la muerte es a lo que condicionas tu vida.

¿A usted qué le pasó?

Debido a mis arritmia sufrí una parada cardiaca de 60 segundos. Cuando recuperé la conciencia, había tenido una experiencia extraordinaria para mí desconocida, pero estudiando el tema me he dado cuenta de que la experiencia es muy común en las ECM.

Cuénteme.

Fueron 60 segundos, pero de tiempo percibido diría que fue una experiencia de hora y media. Me vi fuera de mi cuerpo, ahí tirado en el suelo, fui arrastrado hacia un lugar luminoso, había un entorno natural extraordinario, sentía una gran conexión, como una comunión con el todo, y felicidad.

Todos los sentidos estaban agudizados: los olores, los sonidos, la visión; estaba muy a gusto. Miré hacia mi izquierda y vi a un amigo de mi juventud, Tomás José.

¿Qué significó en su vida?

Era un chico brillante a quien con 18 años le detectaron un tumor cerebral que le extirparon y a consecuencia tuvo una gran discapacidad, perdió la vista, movilidad y su gran capacidad para la música, pero fuimos muy amigos. Murió unos años después.

¿Lo conoció en ese ime?

Sí, pero en la ECM lo vi en su mejor momento. Fue una alegría inmensa. También vi a un gran ser luminoso que me transmitía olas de compasión. Aparecieron frente a mí múltiples imágenes de mi vida y me sentí muy mal.

¿Vio sus mezquindades?

Sí, detalles de la vida cotidiana en los que había sido egoísta, injusto, vanidoso, y sentía lo que habían sentido las personas que me sufrieron. Quise volver para remediarlo y fue como si me lo permitieran: caí hacia atrás y volví a sentir mi cuerpo dolorido.

¿Cómo digirió esa experiencia?

Aturdido, durante seis meses atravesé la desolación; no era depresión, era un desconcierto muy profundo. Me lo reservé.

¿No se lo contó a nadie?

Estaba en espera de una intervención cardiaca que ha sido un bálsamo para mi corazón, ya no tengo arritmias y eso se lo debo a la ciencia. Pero eso no cambió el que yo quisiera indagar en lo que me había ocurrido.

¿Acudió a la ciencia?

Sí, fue lo primero, se sabe que hay unos fenómenos que ocurren en el cerebro moribundo que son medibles y detectables como la saturación de oxígeno, la aparición de ciertos neurotransmisores, pero hay otros aspectos que no se pueden explicar, como fenómenos extraordinarios que ocurren en las ECM.

¿Fenómenos registrados y verificados?

Sí, un caso muy bonito es el de la cantante Pam Reynolds, que en una cirugía en la que hubo que vaciarle de sangre el cerebro durante una hora, luego explicó con sumo detalle todo lo ocurrido en el quirófano.

¿Cómo reaccionaron sus colegas?

Lo hice público al cabo de un año y me han tratado con respeto. Yo no temía la reacción de mis colegas sino que mis pacientes perdieran la confianza en mí. Pero me di cuenta del poder consolador que tiene para las personas en duelo escuchar de su médico que según su experiencia la conciencia pervive, y que volverán a ver a sus seres queridos.

¿A qué conclusiones ha llegado?

Como médico sé que cualquier pequeño cambio de hábito cuesta mucho que se consolide, y sin embargo las personas viven una ECM tienen cambios sustanciales en sus vidas y encuentran un nuevo significado.

¿Compartido por todos ellos?

Sí, desarrollan la capacidad de conectarse con el todo, de amar y comunicarse, de perdonar al otro y a sí mismos, de, tras haber revisado sus vidas, volver con un propósito. Y todo ello es ejercitable con o sin ECM.

Eso del propósito no lo veo claro...

El propósito de cuidar tu jardín no es más pequeño que el de buscar una vacuna, todo es necesario. El propósito es una vida desde la autenticidad con lo que uno encuentra como valioso, pero para eso hace falta silencio.

¿Se le ocurre alguna herramienta?

Veinte minutos de silencio al comenzar el día, una práctica simple de mindfulness . La vida nos iría mejor si tuviéramos más conexión, amor, perdón y propósito.

¿Conexión con qué?

Con nosotros mismos y con los demás. Aquí no estamos para servirnos sino para servir.

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