En Países Bajos había un problema. Las cuentas de energía producida y consumida no cuadraban. Y la respuesta —ya lo dijo Dylan, o quizá Joan Baez— estaba en el viento: cerca del 3% de la energía eólica producida por los molinos neerlandeses se estaba consumiendo en Bélgica.
La vecindad de ambos países también es marítima, y eso hace que sus parques eólicos en alta mar estén próximos. El funcionamiento de los aerogeneradores crea una versión menor del efecto estela: el viento, al impactar contra un objeto sólido e inmóvil genera, tras el objeto, un viento menos constante, en forma de remolinos o turbulencias. Según Remco Verzijlbergh, director general del Servicio Meteorológico de Países Bajos —citado por la cadena VRT— esto es lo que sucede en la concentración de aerogeneradores neerlandeses en el Mar del Norte. “Detrás de un parque eólico, los vientos son mucho más lentos”, simplifica.
Estas estelas de viento son un fenómeno extenso, que pueden llegar, en el caso de los parques eólicos, a afectar a hasta 100 kilómetros posteriores a los aerogeneradores, en función de la densidad que tengan. Y es en ese conflicto donde surge el robo por parte de Bélgica ¿Involuntario y como consecuencia de la ciencia? Seguro. Pero robo, a fin de cuentas.
El viento del suroeste
En el Mar del Norte, la dirección más frecuente del viento es en dirección suroeste. Geográficamente, explica Verzijlbergh, Bélgica tiene ventaja, ya que sus parques eólicos marinos están orientados en esa dirección. Por lo tanto, reciben un impacto directo de las rachas de aire… y generan la estela que sufren sus vecinos. Es ahí donde nace y se gesta la pérdida energética que detecta Países Bajos y contra la que pretende luchar.

Afsluitdijk, el dique holandés de 32 kilómetros que separa el mar de Zuiderzee y el actual lago Ijselmeer
Cualquiera que haya viajado a Bélgica y Países Bajos podrá entender que, dentro de las energías renovables, la energía solar no puede ser una opción principal para ninguno de los dos países. Por lo tanto, la eólica tiene un mayor impacto. Y requiere de mayor coordinación.
Un corredor energético
Conviene recordar que el Mar del Norte es el campo de cultivo de la energía eólica del norte de Europa y las Islas Británicas. Reino Unido, Bélgica, Alemania, Francia, Noruega, Países Bajos, Dinamarca, Irlanda y Luxemburgo han acordado convertir tramos de ese corredor marino en la mayor zona de energía eólica marina del mundo. Un efecto estela concatenado puede crear diferencias de rendimiento en función de la ubicación de la estación energética.
El consorcio de países ligados por el Mar del Norte genera actualmente 30 gigavatios de energía. El proyecto espera llegar a 120 gigavatios en 2050 mediante una inversión total de casi un billón de euros.
Por el momento, Países Bajos ensayará dos alternativas en el parque eólico de Kust Noord, explica Schuttevaer, para evaluar la capacidad de corregir el impacto del efecto estela sobre sus aerogeneradores. El país se juega no solo su libertad energética, sino la convergencia en los objetivos para la lucha contra el cambio climático.