Trump ganó las elecciones en Estados Unidos con un discurso relativamente sencillo. Prometió que él iba a solucionar los problemas de millones de ciudadanos golpeados, principalmente, por la inflación. Hacer grande a América otra vez fue eficaz. Hoy en Europa se está transmitiendo a la población que es imprescindible aumentar el gasto en defensa y seguridad, algo que no cala igual. En Alemania, Francia e Italia la extrema derecha lleva tiempo penetrando en amplias capas de la población. La ola ya ha cruzado los Pirineos y ha llegado hasta la vecina Portugal. En Madrid hay asesores estudiando el discurso trumpista para intentar adaptar lo que funciona.

El presidente de Argentina, Javier Milei, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso
Se trata de conocer las razones de por qué un post en X o un vídeo en Instagram y TikTok puede movilizar más votos que un mitin o una concentración en la calle. O si un comentario sencillo y directo en las redes sociales cuenta más que estudiar políticas públicas exitosas y aplicarlas. El mundo está cambiando y la política también lo hace.
Si hay una dirigente que ha sabido ser eficaz en sus mensajes, esa es Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid esgrimió primero el “comunismo o libertad” y le fue bien. Ella también podría considerarse la madre política de la acusación de “mafia” que ha hecho suya el PP a nivel nacional. Ayuso habló el pasado 17 de octubre en el pleno de la Asamblea madrileña de “prácticas mafiosas” del Gobierno, con el “caradura del fiscal general” al borde del banquillo por “obedecer a las obsesiones” de Pedro Sánchez con ella. Al César lo que es del César.
Igual la baja asistencia a la mani del PP ha sido porque ha habido seguidores de Ayuso que no han ido por si a Feijoo le daba por hablar en gallego.
— Jordi Évole (@jordievole) June 8, 2025
Ayuso se mueve y se ha hecho viral en los últimos días por diversos motivos. El viernes se salió de la conferencia de presidentes diciendo que no se iba a poner un pinganillo para escuchar al lehendakari Pradales. El domingo dejó un recado en una entrevista en el diario ABC afirmando que quiere que el PP adopte la fórmula de “un militante, un voto”. En la concentración de la plaza de España le cantaron “tú sí que vales”. Y cerró la semana con un encuentro con Milei.
¿Qué busca Ayuso con sus últimos movimientos? Hay dos opciones: que todo esté pactado con Alberto Núñez Feijóo para intentar atraer el voto de Vox o que sea un aviso a la dirección nacional para intentar explorar el futuro, quizá algún día, como candidata a la presidencia del Gobierno. No hay que descartar ninguna de las dos teorías. Feijóo y Ayuso pueden ejercer el clásico tándem de poli bueno y poli malo para intentar ocupar la “centralidad”, a la que apeló el primero, y frenar la vía de agua hacia Vox. La lideresa madrileña también tiene una buena llegada entre los jóvenes, algo que es un problema para el gallego.
La segunda opción sería mucho más compleja para un partido que aspira a recuperar la Moncloa. Que en un momento de debilidad del rival lo que plantee la alternativa sea la división interna no es un buen mensaje. Tampoco refuerza a Feijóo que Ayuso diera la batalla con las lenguas cooficiales, sino todo lo contrario: ata la alternativa a un pacto con Vox y lo aleja de Junts y PNV.
El debate que plantea Ayuso sobre el sistema de elección en el PP es de relevancia máxima para dirimir el futuro del partido. Propugnar por que el voto de cada militante cuente podría buscar evitar lo que en el deporte se conoce como biscotto. Es decir, un acuerdo entre dirigentes de Andalucía y Comunidad Valenciana que pueda anular las aspiraciones de Madrid. El voto de las bases, en cambio, suele premiar liderazgos icónicos. Sirva como precedente lo que ocurrió en el PSOE.
Sigue ardiendo la metrópoli y probablemente lo hará con más intensidad en los próximos días. Pero Madrid no es España ni España es Madrid. Es más, cunde la sensación de que la distancia entre la vida en la capital y la del resto del país se encuentra cada vez más alejada.