Greta Thunberg aterrizó en París tras ser expulsada por el Estado de Israel, junto al resto de la Flotilla de la Libertad. Los medios que la esperaban en el aeropuerto le preguntaron por qué tantos gobiernos occidentales siguen apoyando de manera tácita o explícita lo que hace Israel en Gaza y la activista sueca contestó con su estilo pragmático: “Por el racismo, esa es la respuesta sencilla”.

Protesta contra la política migratoria en Los Ángeles
Sabemos que hay que desconfiar de las respuestas cortas, que ya no sirven para explicar nada. Y, en puridad, la propia Thunberg alargó después su declaración. Pero hay algo seductor en su respuesta corta, y tienta aplicársela a varios de los desmanes antidemocráticos que nos brotan alrededor.
¿Por qué está Trump aplicando una respuesta militar a las protestas que (por fin) han surgido ante las deportaciones masivas de migrantes? Por racismo. ¿Y por qué practica esas deportaciones en primer lugar, de la manera más espectacularizada y humillante que ha podido encontrar? Por racismo, por supuesto, con sus notas de clasismo y aporofobia.
¿Por qué está Trump aplicando una respuesta militar a las protestas ante las deportaciones masivas de migrantes?
Las encuestas indican que incluso sus votantes, que se opusieron de manera clara al plan de aranceles y recortes que su istración bautizó con el orwelliano nombre de “una grande y bella propuesta de ley”, lo aprueban todavía en materia de inmigración, el área en la que creen que Trump lo está haciendo realmente bien. Excepto por lo de dejar a algunos empresarios sin mano de obra barata, eso supongo que quieren revisarlo.
Bajemos a nivel municipal. ¿Por qué motivo la habría tomado el Ayuntamiento de Madrid contra una actividad aparentemente tan inocua como el voley en los parques? Porque al voley o al ecuavoley juegan sobre todo las comunidades latinas los fines de semana y Almeida (que esta semana dejó a Netflix cortar la calle Alcalá para celebrar una fiesta, porque lo del espacio público va por barrios) lleva meses hostigando a quienes lo practican, con multas y operaciones en las que los guardias municipales disuelven partidos y cortan las redes. Sería ridículo si no fuera también otra cosa peor: racista.
Opera con el mismo librillo Albiol en Badalona, con su cruzada contra los cumpleaños en la playa. Como no es el alcalde del PP hombre de sutilezas y sobreentendidos, él mismo señaló a las “personas latinoamericanas” que los celebran.
Lo mismo que Sílvia Orriols cuando se pone muy seria y dice que va a prohibir en las escuelas públicas de Ripoll un menú halal que no existe. Qué desolador que asome siempre, tan clara y sencilla, la respuesta corta.