Aterrizar en un nuevo trabajo nunca es fácil. Y menos aun cuando, supuestamente, se están cometiendo irregularidades y te das de bruces con ellas. Eso es lo que le ocurrió a Marc (nombre ficticio para preservar su anonimato) cuando empezó a trabajar como educador social para la UTE Fundació Mercè Fontanilles-Fundació Resilis, que cuenta con un concierto con la dirección general de Atenció a la Infància i l’Adolescència (DGAIA) para servicios como el seguimiento y valoración de la prestación económica para jóvenes extutelados por la Generalitat. Lejos de amedrentarse, decidió plantar cara y denunciar lo que entendía que allí ocurría. Estuvo cinco meses recopilando pruebas –entre ellas, audios- y las entregó a la Oficina Antifrau de Catalunya, que le dio el estatus de testigo protegido.
¿Ya percibió que algo iba mal cuando aterrizó en su nuevo trabajo?
Cuando empiezas a trabajar en una empresa necesitas un periodo de adaptación y conocimiento. Fui viendo cosas, pero eres un recién llegado y los procedimientos que allí se gestionan son complejos. Vas viendo piezas, pero no puedes hacerte un mapa global de lo que está ocurriendo. No es nada fácil. Estamos hablando de personas que intentan disimular.
Hasta que llega un momento en que lo hacen explícito y le piden colaborar.
Se me pide que blanquee esas malas praxis y mire hacia otro lado. Lo que queda claro en las grabaciones que realicé es que esa praxis no es puntual, sino que se hace de forma sistémica, tanto en el pasado como seguramente en el futuro. Y yo me rebelo. Cuando confronto lo que está ocurriendo con mi superior inmediato, mi coordinadora, y le digo que se está llevando a cabo una malversación de dinero público, ella me lo reconoce. Me dice que es el trabajo que nos toca hacer.
Me pidieron que blanqueara esas malas praxis y mirara hacia otro lado”
¿Y cómo reacciona usted?
No puedo creer lo que oigo, pero me lo está diciendo de verdad. Lo tienen normalizado, y es parte del problema. Es decir, creer que estás haciendo un bien cuando en realidad estás tapando irregularidades de una empresa que ha operado de forma fraudulenta durante años en muchos casos.
Y cuando se niega a entrar en esa supuesta rueda fraudulenta, entiendo que hay consecuencias.
Tenía claro que las habría y me había preparado para ello, pero fue muy duro. Mi compañera de trabajo me dio absolutamente de lado. No me extraña: ella llevaba un año y medio haciendo el trabajo sucio. Mi superior también me marginó. Fue una forma de acoso laboral o de violencia psicológica. Yo representaba una amenaza para ellas, y tenían miedo. Tanto, que yo pensaba que serían capaces de hacer lo inimaginable para perjudicarme. Los tres éramos los que gestionábamos las prestaciones económicas de toda una provincia. Fue muy duro de llevar.
Tenía claro que habría consecuencias y me había preparado para ello, pero fue muy duro”
Incluso le hicieron luz de gas, sostiene.
Sí, querían hacerme ver que yo estaba equivocado. Me decían que lo que hacían estaba amparado por la normativa, que había habido muchos cambios en la ley, lo probaron todo… También me hicieron chantaje emocional, e intentaron hacerme la cama. Mi coordinadora me convocó a una reunión para decirme que no hacía bien mi trabajo. Se me querían quitar de encima. Pedí la activación de los protocolos contra acoso laboral y hablé con la directora, pero nadie hizo nada. La Inspección de Trabajo los sancionó por no activar el protocolo.
También denuncia que hubo faltas de respeto, incluso gritos.
Sí. En una grabación se oye cómo la coordinadora me grita. Claro, se sentía acorralada. Yo le decía las verdades a la cara. También se ponía detrás de mí para observar la pantalla de mi ordenador.
Era consciente que lo que estaba denunciando era algo muy grave”
Menuda situación.
Les hice creer que no tenía absolutamente nada y que no era una amenaza para ellos, de ahí que bajaran la guardia y siguieran con sus prácticas. No obligué nunca a nadie a hacer nada ni a decir algo que no quisiera decir libremente.
Usted llegó a falsear un informe.
Sí, sabía lo que estaba haciendo. Quería utilizarlo como prueba. Pretendía ver hasta dónde eran capaces de llegar.
¿Tuvo miedo?
Mucho. Era consciente que lo que estaba denunciando era algo muy grave.
Había días que me despertaba por la noche temblando, y eso era auténtico miedo”
¿Y cómo lo soportaba?
Como podía. Tuve ataques de ansiedad. Llevo un año de baja por ansiedad y depresión. Había días que me despertaba por la noche temblando. Y eso era miedo, auténtico miedo. Miedo a que me mataran incluso, aunque suene fuerte. Era consciente que detrás de todo hay gente poderosa. No quiero dramatizar, pero tengo repartidos entre familiares y amigos lápices de memoria con documentación y grabaciones por si me pasara algo.
¿Qué fue lo que le motivó a denunciar?
Lo hice por una cuestión de justicia social y dignidad propia. No podía hacer otra cosa. Estas personas han especulado con las miserias de la gente, y es intolerable. Sobre todo, cuando hablamos de entidades sociales, que se supone que son sin ánimo de lucro, que se están lucrando a costa de dejar en la estacada a los jóvenes que han de proteger.
No me considero un héroe”
Mucha gente le considera un héroe.
No me veo así. Hay personas que me han dicho que he sido muy valiente, quizás sí. Pero lo hice más por supervivencia, para no fallarme a mí mismo, y porque estaba muy enfadado. Si llego a dejar el trabajo sabiendo lo que sé, me habría consumido por dentro. Antes de decidir denunciar, me lo estuve pensando. Desde el momento que fui consciente de todo hasta que empecé a grabar, pasó un mes y medio. Todo ese tiempo estuve dándole vueltas. Sufrí mucho. No solo yo, también mi familia. Me sentí como una víctima. Yo no me busqué esa situación, fue el mismo sistema, que está podrido.
Ha demandado tanto a su empresa como a la DGAIA.
Sí. La empresa fue sancionada por, entre otras razones, una infracción grave en materia de riesgos laborales, al no haber aplicado el protocolo contra el acoso laboral. Y además he denunciado a la DGAIA como originaria del problema: son los máximos responsables de toda esta situación.
He denunciado a la DGAIA: son los máximos responsables de toda la situación”
Y eso que buscaba un trabajo tranquilo…
Sí, venía de estar dos años trabajando en el departamento internacional de la empresa Plataforma Educativa [que engloba a distintas fundaciones, entre ellas Resilis] haciendo de consultor para agencias de Naciones Unidas. Ahí ya observé alguna cosa rara, pero a nivel más pequeño. Decidí que quería cambiar de trabajo y establecerme en un lugar: llevaba dos años viajando mucho a México. Pero mira lo que me encontré en el nuevo empleo.